Ladrones, un acto de misericordia

Bien sabe Dios (Ave María Purísima) que no me gusta efectuar críticas malas. Siempre me ha parecido una técnica rastrera de enaltecerse el ego a uno mismo. No veo la necesidad de criticar las cosas malas: abundadan tanto en este mundo que nos tendríamos que centrar sólo en aquéllas que son dignas de mención. No obstante, me he gastado 7,10€ en ver esto y me siento en la obligación moral de desrecomendárosla.


La cosa va de mafiosos y la cosa tiene nombre: Takers (Ladrones). Es un mal refrito de estereótipos. El grupo está formado por cantidades industriales de negros delicuentes, forrados y corruptos, cuyo líder, mira tú por donde, es un rubiete de ojos claros, el guapetón. Los papeles femeninos del metraje se reducen a uno sólo: el de puta. La banda sonora es populista hasta ser nauseabunda.


Por si esto fuera poco, entre esta orgía de violencia sinsentido entre machos alfas recurriendo a los más básicos clichés anticuados, los simios que han hecho esta aaberración nos intentan colar un conflicto dramático familiar (hahaha. No me hagas reír).

En definitva, es lo más tópico y barato que te puedas echar en cara. El plano de hombres caminando delante de una explosión va incluído. Me dejo de lado el argumento y la interpretación. Porque todavía faltan por inventar palabras que expresen la honda repugnancia que siento en este instante.

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