Adeptos Platónicos

martes, 28 de diciembre de 2010

Hotel Serendipity, pt. II: Servicio de habitaciones


Mientras él sigue sumergido en su siesta, su madre le susurra a la oreja que bajan a cenar. Sueño interrumpido. Sabe perfectamente que ella está en la habitación de al lado sedienta de placer. Se incorpora en el borde de la cama mientras en su mente irrumpen fotogramas de lo que ella y él podrían hacer a solas.

Respira profundo. La moqueta del hotel tiene elegantes motivos azul y dorado que encajan adecuadamente con las paredes. Perfecto. La cama del hotel va vestido con colores claros, una suave almohada y dos grandes cojines. Perfecto. En el baño junto al grifo hay una cesta con jabones, peines, tiritas… todo pulcramente empaquetado con su respectiva etiqueta. Perfecto. El armario. Perfecto. El pomo. Perfecto. El teléfono. Perfecto. Cualquiera pensaría que es todo tan perfecto para una primera vez que suena ridículo, pero para él no llega a ser lo suficientemente perfecto.

Y es entonces cuando ella entra.

Va vestida brevemente con una camisetita y unos shorts. Ella es perfecta también. Se acerca al lado opuesto de la cama y gatea sobre ella. Solamente les separa un metro aproximadamente. Pero parece que pasan años hasta que ella salva las distancias. Años en los que él repasa cada fallo de guión, cada inseguridad labrada, cada imperfección. 

¿Y si no le gusto? ¿Y si no me gusta? ¿Y si se ríe de mí? ¿Y si la hago sentir incómoda con mi inexperiencia? ¿Gatillazo? ¿Eyaculación precoz?

Ella llega a él. Le desabrocha la camisa para lamerle el pecho. Apabullado por la situación, él tarda unos momentos en dejar de temblar para recorrer sus muslos con sus manos. Solo una fina capa de tela les separa a ambos del placer al que están a punto de entregarse. Ella se adentra en rincones más profundos con su mano decidida. Le tapa la boca con mordiscos antes de que pueda protestar. Él le besa la oreja. Le besa el cuello. Le quita la camiseta. Sigue teniendo presentes sus inseguridades. Quiere echar a correr. Pero una vez desnudos, ¿hay algo que pueda hacer? 

La atracción es irresistible. Se ven el uno al otro y dejan de aparentar que son algo más que dos bestias en celo buscando satisfacer sus deseos más intrínsecos. La lujuria tapó a la vergüenza. Él dejó de pensar. Sólo seguía el ritmo hasta terminar. 

Es entonces cuando ambos se tumban bruscamente en la cama dando un largo suspiro. Un suspiro de extenuación. Y un suspiro ante la certeza de haberse entregado a la tentación. Y fue entonces cuando él sonrió. Había sido imperfecto. Pero había sido fantástico.

FIN

8 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Auch.. se me ha eliminado el de arriba.. u.u''
    Bueno, da igual.
    En resumen: solo dos partes? uuuhm.. -o-'
    Such a dirty mind, Quico! o3o
    Un beso.
    ¡Espero que esten llendo bien las fiestas!

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  3. Jajaja, no es de The Host de Stephenie Meyer x)

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  4. maravilloso!!!!!!!!!!!! fantastico me encanta!

    A.C.S

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  5. fin?...esto debe continuar! muy bueno Qüicou :)

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  6. Quico tienes talento ehh, molt bo.
    ¡Feliz año de paso! :D

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  7. Me parece demasiado...seco...insípido...jejejjeje me encanta Quico.
    A.C.S
    Sigue escribiendo y utilizando como inspiración literaria.Un cordial saludo.

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Y gracias

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